Los monárquicos
Tercio de Quites
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“Cartas a un escéptico ante la Monarquía” 1956.
José María Pemán

 

El próximo 19 de junio se cumple un decenio del reinado de Felipe VI. La verdad es que considerarme monárquico no me ha supuesto particular esfuerzo; me venía de familia. La sala de estar de mi casa estaba presidida por una fotografía enmarcada de Don Juan; sobraban apellidos… Imagino que el que mi padre fuera juanista se veía reforzado por motivos profesionales. En su condición de médico, atendía a la abuela materna del Rey Juan Carlos: la Infanta Luisa de Orleans, madre de la Condesa de Barcelona.

No sobraba a mi padre mucho tiempo, tras su pluriempleo en no pocas instancias sanitarias públicas –típico de la época– más las horas de consulta vespertina, porque había que sacar adelante nueve vástagos. Lo tuvo, sin embargo, para formar parte de la directiva del Círculo Balmes que, en los bajos de la sevillana Casa de Pilatos, reunía a los juanistas del lugar. Como todo se contagia, recuerdo haber acudido allí en una mañana no lectiva de primero de derecho, para escuchar una conferencia de un catedrático de Filosofía –Jesús Arellano– dirigida a jóvenes universitarios, sobre un tema por entonces un tanto exótico: la democracia.

De ahí que la proximidad de tan feliz fecha me haga recordar a quienes, de manera aparentemente minoritaria, mantuvieron la ilusión monárquica en aquellos decenios de los cuarenta a los setenta.

El 19 de marzo de 1945, la inminente victoria de los aliados llevó a Don Juan a plantear desde Lausana la necesidad de que Franco, considerado afín a los derrotados, abandonara el poder y diera paso a la restauración de la Corona; a la que vinculaba a un futuro sistema democrático y parlamentario, marcando una neta discrepancia con las pretensiones del caudillo. El 25 de agosto de 1948 cedería al interés de Franco por que Don Juan Carlos se formara en España; lo que invitaba a descartar cualquier otra pretensión dinástica y sin que ello supusiera que renunciara a sus afanes restauradores.

La aleatoria presencia de los monárquicos más activos en los medios de comunicación solía estar vinculada a noticias relativas al llamado Consejo privado de Don Juan. La pertenencia al mismo no pasaba de ser, en más de un caso, honorífica, ni implicaba ruptura obligada con el franquismo; baste recordar al citado Pemán o, más tardíamente, a José María de Areilza. Sus miembros, sin embargo, no ocultaban su convicción de que habría una restauración monárquica tras agotarse el régimen.

De ellos tuve ocasión de tratar a Antonio Fontán, Becario Honor del Colegio Mayor Albayzín, en recuerdo a su cátedra en la Universidad de Granada. Con tiempo sería director del diario Madrid, pionero de la transición, y de la Nueva Revista, consejo de redacción albergó a buena parte del joven equipo de gobierno del presidente Aznar.

El fallecimiento de Francisco Franco, dio paso al complejo problema de optar entre una ruptura, con perspectivas traumáticas, o una laboriosa reforma, no ajena a dudas sobre una posible voluntad continuista. La legalización por Suárez del partido comunista el sábado santo de 1977, coincidiendo con el vacío de día –más que litúrgico, mediático– cambió sin duda el escenario. El 14 de mayo del mismo año Don Juan renuncia a sus derechos dinásticos.

Se generalizó la idea de que la monarquía quedaría plenamente asentada cuando accediera al gobierno la izquierda, pero no hubo que esperar a ello. El intento de golpe del 23-F subrayó el papel del Rey en la historia de España. Su firmeza ante las autoridades militares, de la que fuera deliberado testigo el actual Felipe VI, y su mensaje a todos los españoles marcó una incuestionable legitimidad de ejercicio.

El papel arbitral del Rey Juan Carlos colaboró a ello decisivamente.

Hizo sin duda cercana y popular a la Corona, dada su actitud abierta e incluso, con facilidad, cercana. Tras varios decenios de reinado, decidió abdicar el 19 de junio de 2014.

Felipe VI también ha inscrito ya su nombre en nuestra historia, con motivo del mensaje dirigido a los españoles el 3 de octubre de 2017, con ocasión del confuso amago de golpe de Estado perpetrado en Cataluña. Transmitió seguridad y confianza a toda España. Contribuyen a recordarlo las ocasionales críticas de los que pretenden beneficiarse de atentar a su unidad.

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