El autor se muestra decidido partidario de una laicidad positiva, ajena a todo clericalismo. El laicismo no es sino clericalismo civil, por lo que acaba convirtiéndose en una confesión religiosa más; incluso con ritos cuasi-sacramentales. Piensa que España experimenta un laicismo autoasumido por los propios católicos, por inhibición.
Más allá de la mera aconfesionalidad, no viene mal distinguir entre los derechos, que tienen fundamento en la justicia, y la tolerancia, que no está en condiciones de regalar derechos. La justicia consiste en dar a cada uno lo que es suyo, su derecho. La tolerancia consiste en dar a uno lo que no es suyo; algo a lo que no tiene derecho, sino que es fruto de la generosidad ajena. Quiere dejar claro que, como titular de un derecho fundamental, no tolera que lo toleren.
Andrés Ollero es Secretario General del Instituto de España, elegido por los Directores y Presidentes de las diez Reales Academias en él integradas. Académico de Número de la Real de Ciencias Morales y Políticas desde 2007. Magistrado Emérito del Tribunal Constitucional, tras cumplir su mandato de nueve años, por elección del Congreso de los Diputados. Diputado al Congreso por Granada durante cinco legislaturas por elección de sus conciudadanos. Ocupó durante veintiún años la Cátedra de Filosofía del Derecho en la Universidad de Granada y durante quince en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alba Iulia (Rumanía) y ha recibido la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort y la Cruz de Oficial al mérito por la República de Austria.