«Parece que el único lenguaje de la política en España es el del Código Penal».
Virgilio Zapatero
Mi colega universitario me viene dando mucho que leer y, como consecuencia, que hablar y que escribir. Ciertamente, dice verdades como puños, al detectar una «reiterada huida de los políticos hacia el código penal»; «solo interesa el Código Penal porque no buscan responsables sino únicamente culpables». Como resultado, «la opinión pública confundiendo el reproche moral con el reproche penal emite su fulminante veredicto: culpables en espera de juicio» y «la Justicia es arrojada, o se arroja ella misma, al debate político». Todo ello a propósito de los ERE andaluces y de sus secuelas jurisdiccionales.
Reconozco que todo lo relativo a la responsabilidad política me preocupa desde que en ella estuve. Así como mi colega concluía que «políticos, jueces, medios y todos nosotros deberíamos entender por fin que la forma que tenemos de gestionar estos casos de alta densidad mediática vacía la lógica política en la lógica penal, embota las instituciones democráticas y pone en riesgo la confianza en nuestra Justicia», yo estoy hace tiempo convencido de que cuando los políticos parecen no tener idea de en qué pueda consistir su responsabilidad y, cuando se ven en situaciones embarazosas, remiten a sus adversarios a que acudan al juzgado: así lo que se arruina inevitablemente es la confianza de los ciudadanos en ellos mismos.
De ahí que, cuando leí que «el expresidente andaluz –Chaves, en concreto– reconoce que hubo responsabilidad política» vi el cielo abierto: al fin, un político iba a ilustrarme sobre qué entendía por concepto para mí tan relevante. Sobre todo, cuando añadía «que tuvo sentimiento de culpa». Pero –mi gozo en pozo–, no por considerar que podía haber incurrido en culpa ‘in eligendo’, al haber nombrado –directa o mediatamente– a los responsables de que se hubiera malversado dinero público, como para «asar una vaca» (sic), en droga y otros vituperios, o en siembra electoral, sino –según la noticia– porque de ello había derivado «el encarcelamiento de compañeros». No se le pasaba tampoco por la cabeza una posible culpa personal ‘in vigilando’, como responsable del adecuado destino de los citados fondos, que no solo habían acabado alimentando notoria corrupción personal, sino también corrupción política al apuntar a premeditados réditos de tal signo.
Ante tan pintoresca concepción de la responsabilidad política me vinieron en seguida en seguida a la mente los nombres de dos políticos, de distinto partido, que –sin salir de España– optaron, asumiendo su responsabilidad como depositarios de la confianza de los ciudadanos en su recto ejercicio, por la dimisión de sus cargos. Mi modelo por partida doble –como catedrático y como político– Manuel Clavero, renunciando a su cargo de ministro para no traicionar la confianza de los andaluces, a los que pretendía discriminar su propio partido, que no dudó en abandonar. Antonio Asunción –al que no tuve ocasión de conocer– tras haber informado de buena fe que Roldán, en arriesgadas circunstancias, estaba bajo su control, optó igualmente por la dimisión, que nadie le había solicitado, cuando los hechos demostraron lo contrario. Peculiaridad española; no recuerdo ninguno más…
Chaves admite que «es necesario reconocer que se cometieron irregularidades en la ejecución de las medidas que se aplicaron y, bueno, eso ha dado lugar a procedimientos judiciales que están en marcha»; con lo que traslada a los jueces su propia responsabilidad política. A la vez, el haberse liberado de tales consecuencias, lo convierte en una indulgencia plenaria al efecto, presentándose simplemente como víctima de una rechazable confabulación política. El poder judicial se ve así convertido en un río jordán que no solo lo demuestra inocente sino incluso ejemplar.
No faltaría, sin duda, quien le siguiera votando, porque la noticia que comento finalizaba informando de que Chaves «se desmarca de las críticas de otros veteranos a Sánchez»: «He aprendido de mis mayores a apoyar al secretario general». Toda una lección de responsabilidad personal…