Andrés Ollero, magistrado emérito del Constitucional: «La proposición de ley de la amnistía es fraudulenta»
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El jurista y catedrático de Filosofía del Derecho ha compartido la mesa redonda ‘Democracia y Constitución’ con el presidente emérito del Tribunal Constitucional Miguel Rodríguez-Piñero, quien ha alertado del peligro del populismo para el sistema político español

La Asociación Foro Sociedad Civil Sevillana ha reunido este lunes a dos prestigiosos juristas sevillanos, catedráticos de Derecho y exmagistrados del Tribunal Constitucional en torno a una mesa redonda titulada ‘Democracia y Constitución’. Los protagonistas han sido Miguel Rodríguez-Piñero Bravo-Ferrer y Andrés Ollero Tassara, quienes han ofrecido un debate entre la abstracción del primero en su defensa de la Carta Magna y el sistema político español, y la concreción del segundo en su autopsia del debate de investidura de Pedro Sánchez, en el que ha alertado de que la proposición de ley de amnistía es «fraudulenta».

El centenar de asistentes al acto organizado por la entidad que preside el catedrático de Arquitectura Florentino del Valle han podido escuchar dos visiones de la «compleja» situación que vive España. De un lado, Miguel Rodríguez-Piñero, actual consejero permanente de Estado y presidente emérito del Tribunal Constitucional, cargo que ostentó entre 1992 y 1995. Del otro lado, Andrés Ollero, magistrado emérito del tribunal de garantías y secretario general del Instituto de España.

El primero, en una intervención que él mismo ha presentado como «abstracta», ha defendido la vigencia de la Carta Magna: «La Constitución Español no es una constitución de muertos, sino que está viva, aunque se aplique a una realidad política, social y económica muy transformada». El segundo mensaje que ha querido transmitir ha sido una advertencia de los riesgos del populismo para el sistema político español, instando a una regeneración de los partidos para una nueva etapa de consenso, respeto y convivencia, poniendo como ejemplo lo sucedido en Argentina. Eso sí, ha admitido que en España «tenemos más madurez política».

Precisamente de Argentina, y de Estados Unidos, también ha hablado Andrés Ollero, quien ha reconocido que no sabría a quién votar en ningún caso. Agradecido por la invitación a esta mesa redonda, que le ha permitido volver a Sevilla en un día cálido como hoy y visitar a su Virgen de la Amargura, de cuyo paso es maniguetero, Ollero Tassara ha realizado una autopsia del diálogo, durante el debate de investidura, entre Pedro Sánchez y la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, momento en el que recordó el libro de Javier Cercas ‘Anatomía de un instante’, sobre el golpe del 23-F.

Ollero Tassara ha confesado que el panorama actual español le obliga a dar la cara. En su análisis anatómico de ese diálogo se ha centrado en el concepto de ‘desjudicialización’, el ‘tiempo’ que pedía Sánchez y el ‘momento’, el «ahora o nunca» del candidato a la reelección.

Andrés Ollero, que ha intervenido después de su profesor Rodríguez-Piñero, ha profundizado en el concepto de ‘desjudicialización’, esto es, «los amigos del que manda no deben estar sometidos a la ley». Y ha recordado a un socio del presidente que hacía referencia de manera constante al término ‘casta’. «Eso es la casta, unos señores que no tienen que cumplir la ley». Ha insistido en esos amigos del presidentes a los que ha presentado como seres mitológicos, «no están sometidos ni al bien ni al mal».

Ha sido en este momento cuando este jurista sevillano ha calificado de «fraudulenta» la proposición de ley de la amnistía registrada en el Congreso de los Diputados firmada por el Grupo Socialista. «Un gobierno en funciones no puede presentar un proyecto de ley, por eso han pasado como proposición de ley un proyecto de ley. Es un fraude».

El carácter condenatorio de la amnistía… sobre los jueces

Al hilo de este «intento de engañar» ha expuesto cómo los defensores de la amnistía señalan que la Constitución Española no la prohíbe. «Tampoco prohíbe la esclavitud, pero va contra los principios de la Carta Magna», ha manifestado Andrés Ollero, quien ha recordado que los constituyentes rechazaron la posibilidad de que la amnistía se incluyera. El PSOE lo rechazó. Y ha mandado un mensaje sobre la figura del Constitucional, que está para quitar normas, las que sean inconstitucionales, no para poner normas, sino sería una tercera cámara.

Ollero, que ha tirado en su intervención de muchos artículos y editoriales publicados en la prensa española en estas semanas sobre este asunto, ha recordado lo recogido en uno de ellos: «Un indulto es perdonar a alguien, la amnistía es pedir perdón a alguien, admitir que los culpables somos nosotros». Y ha advertido de que esta amnistía cobra un carácter condenatorio, «condena a los jueces» que en el caso del ‘procés’ cumplieron la ley. Además, alerta de que se les está amenazando con comisiones en el Congreso para someterlos a la evaluación de los diputados.

«Si esto es la división de poderes, que baje Dios y lo vea», ha añadido, antes de insistir en que el artículo 62 de la Carta Magna prohíbe los indultos generales. No ha dejado pasar el término tan controvertido de ‘lawfare’, que viene a significar «una amenaza contra todo juez que entorpezca esta jugada» del PSOE y los independentistas catalanes.

«Españoles de segunda división»

El segundo análisis anatómico del diálogo de Sánchez y Nogueras es el «tiempo». «Estamos ante una tendencia, de cierto populismo, de evitar la alternancia en el poder. El partido que sea alternativa necesitará de mayoría absoluta, lo que tiene tintes ‘prechavistas’», en alusión a Venezuela, rescatando el concepto ‘amigo-enemigo’.

La tercera pieza del análisis es la referencia del presidente al «momento oportuno, ahora o nunca», lo que ha calificado hasta de «obsceno». El magistrado Andrés Ollero, que ha demostrado una profunda lectura de la prensa española, ha expuesto que los pactos de investidura va a generar una nueva clase social, «españoles de segunda división», pese a que la solidaridad es un principio clave de la Constitución. Si los impuestos que generan en Cataluña se quedan allí, «lo que no ocurre en el cupo (vasco) ni haciendo trampas, los más pobres mantendrán a todos».

Ha concluido su intervención con varios mensajes. Ha expuestos sus dudas de que los independentistas sean independentistas. Como aquellos que decían que contra Franco vivía mejor, éstos contra España viven mejor, «en la gloria», sobre todo si hay un presidente «en rebajas», bromeando con el ‘Black Friday’ del Gobierno y sus ofertas.

Los años de la Transición

Ha calificado al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, como ‘el presunto crítico’, porque «a la hora de la verdad no hay quién dé la cara, y quien la da, lo expulsan del partido»; y ha salido en defensa de los jueces, «lo mejorcito de este país», sobre todo después de que haya pasado «el sarampión de los jueces estrellas»; para rematar expresando sus pocas esperanzas en que la situación vaya a mejor.

Antes de la intervención de Ollero, Miguel Rodríguez-Piñero ha ofrecido una defensa de la Constitución, del sistema democrático de este país, la monarquía, y el sistema de partidos. Para este prestigioso jurista, Premio Jurídico de ABC en 2015, la Constitución ha conseguido sus objetivos, haciendo de España uno de los escasos países, treinta, que cumple los requisitos de un sistema democrático, y la mayoría son monarquías.

Ha reivindicado la figura de la soberanía nacional que recae en el pueblo, del que emanan los poderes del Estado. Y todo se consiguió en los años de Transición, pocos y difíciles, con enfrentamientos no sólo externos, sino internos en el sector franquista y en la oposición. «Se logró una reforma que suponía una ruptura».

Echando la mirada atrás, a las elecciones de julio de 1977, no se percataron de las listas de los partidos regionalistas vascos y catalanes, que ya suponía un momento de trascendencia histórica, que después tendría efectos disfuncionales.

«La Constitución de 1978 se hizo en 1978, pensando en la realidad española que se quería transformar. España es la única democracia de Europa que no ha modificado su Constitución». Eso sí, ha asegurado que no es un texto «de muertos», sino que está «viva», aunque se aplique a una realidad social, política y económica muy transformada.

Su permanencia ha sido posible gracias a sus preceptos abiertos y márgenes amplios, lo que al mismo tiempo ha dejado abierto problemas hoy día agravados, que ha generado un aumento del grado de conflictividad en la vida política. «Se ha pasado de un sistema de adversario a un sistema de enemigos».

¿De la democracia a la autocracia?

Para Rodríguez-Piñero, el mejor homenaje que se le puede hacer a la Constitución es admitir el problema existente en el sistema político español que afecta a los principios de igualdad, justicia, libertad y solidaridad. Y ha advertido que frente al sistema representativo del sistema parlamentario el presidente del Poder Ejecutivo cada vez tiene más peso. «Hay primacía del Ejecutivo, con el riesgo de convertir la democracia en una autocracia».

Por esto ha vinculado la salud de la democracia a la salud de los partidos, alertando del daño que puede ocasionar al sistema de partidos el populismo, que trata de sustituir a los partidos tradicionales, cuestionan su poder y su papel, aunque los partidos populistas usen sus mismos sistemas.

«Los grandes partidos no son tan grandes y dependen de buscar apoyos, que está degenerando en una lucha por el poder, donde la ideología se sacrifica para que el líder consiga ese poder».

España vive, según este jurista sevillano, un momento de desprestigio de las instituciones, algo en lo que se ha mostrado de acuerdo Andrés Ollero. «El populismo es nuestro gran problema, no sólo porque duda del sistema político, sino porque los liderazgos no admiten la discusión», ha afirmado Rodríguez-Piñero sin referirse a nadie, como cabía esperar en su discurso abstracto.

Por último, ha llamado a frenar la tendencia autocrática y degenerativa de los partidos, que son fundamentales para la democracia: «La hostilidad hacia los partidos es hostilidad hacia la democracia», por lo que insta a una regeneración de éstos para una nueva etapa de consenso, respeto y convivencia, frente al peligro de que el populismo acabe dominando el sistema político, poniendo el foco en Argentina.

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