“El PP necesita un proyecto que vuelva a lo material, a lo práctico, a la gestión, a la búsqueda de respuestas concretas para problemas determinados y reales”
Pilar MERA
Pasó la inolvidable experiencia de nueve años en el Tribunal Constitucional y experimento la necesidad de volver a lo que había sido para mí una constante en decenios anteriores: dialogar con el ciudadano. La fórmula de “citar desde los medios” pareció dar resultado. De hecho, aquellas columnas de opinión, publicadas gracias a la generosa hospitalidad de este diario, han sido ahora recogidas en un libro. Solo me ahorraré en esta nueva etapa las metáforas taurinas, no por falta de afición sino porque en la variedad suele estar el gusto.
Para empezar, me ha llamado la atención que un diario de notable tirada situara digitalmente en la columna central de su página de opinión el artículo de una novedosa colaboradora, hoy por hoy profesora ayudante doctora. Sin duda destacaba así el interés que los patrocinadores otorgaban a su contribución, del que la cita da fe.
Por lo que se nos dice, de ese partido -que despierta ya esperanzas en buena parte del electorado- solo se espera gestión. No cabe entender la afirmación como un piropo a los actuales gobernantes, pero quizá encierre un consejo para que puedan regresar cuanto antes. Por lo visto, mantener el gobierno con partidos de dudosa conformidad con el marco constitucional es simplemente un error de gestión. También lo de tomar por bandera iniciativas tan minoritarias que no encuentran apoyo entre la propia militancia socialista. Igualmente sería un mero error de gestión patrocinar leyes contrarias a recientes sentencias del Tribunal Constitucional. Al parecer tampoco cabe detectar desliz ideológico en el enfoque educativo de nuestra historia.
Todas esas iniciativas han de considerarse pues indiscutibles. Quien aspire a un cambio de aires ha de olvidarse de ideologías; para eso ya están -y volverán a estar- los de ahora. Confórmense con gestionar, que es generosa oferta a un partido al que se le está dispuesto a reconocer saberes económicos, siempre que no baje los impuestos.
El primer encuentro en la Moncloa con el nuevo líder había despertado expectación. El Presidente del Gobierno perdió una estupenda oportunidad de negociar. Llo ha dicho su propio Ministro de la Presidencia planteando mucho más que lo que él llegó a ofrecer. No podía ser menos: desbloquear la elección de los miembros del Consejo General del Poder judicial, pero sin volver a la primitiva fórmula constitucional, considerada la mejor por el propio Tribunal.
No han sido pocos los que, a la vista de la situación que arrastra el país, han pronosticado un posible adelanto electoral. Siempre he contestado lo mismo: nunca lo habrá antes de modificarse la composición del Tribunal Constitucional. En esta ocasión, al Presidente le toca nombrar a dedo a dos de los puestos en juego. Para ello necesita, que se elijan también por el Consejo los dos suyos; urge pues el desbloqueo. Según los obsesos por el supuesto dilema conservadores-progresistas, el resultado le concedería durante años el control (?) de la institución.
Asunto no menos curioso, es leer que la alternativa que el nuevo líder de la oposición ha de plantear no es al actual modo de gobernar, sino a un tercer partido, al que se presenta como “los impulsores de ese nuevo invento tan viejo llamado ahora batalla cultural”.
Si no me equivoco, la alternativa realmente en juego es la que mande al partido del gobierno a descansar un poco, reconciliarse consigo mismo y dejarse de comportamientos aventureros con el único objeto de perpetuarse en el sillón. Lo que no parece de recibo es invitar a una gestión para remediar tanto destrozo y aconsejar: “olvídense de ideas y culturas, que para eso ya volveremos a estar nosotros”.